lunes, 4 de julio de 2016

Desarrollo y bonanza del algodón (1855-1870).

En la década de 1840 hubo intentos de exportar de productos agrícolas entre los que figuraba el algodón, los cuales fracasaron por no tener las condiciones económicas adecuadas; este fue el caso de dos ciudadanos que en 1847 y 1848 obtuvieron concesiones exclusiva para exportar granos básicos y algodón, libres de impuestos, pero a causa de la inexistencia de mercados las concesiones fueron anuladas y el proyecto nunca despegó.
Los esfuerzos del gobierno por aumentar la producción de algodón fueron insuficientes, pues para 1858 solo el departamento de Usulután era el que producía una pequeña cantidad de algodón. Inglaterra trató también de incentivar la producción del algodón con el fin de abastecer su industria textil; y distribuyeron entre los productores potenciales en El Salvador, semillas de algodón y folletos que detallaban las distintas formas en las que se podía cultivar; pero aun así no se logró abandonar el añil para cultivar algodón en gran escala.
Debido a la escasez de algodón para alimentar los telares, el precio del algodón comenzó a aumentar y los precios del añil disminuyeron, lo que incentivó a los productores salvadoreños a sembrar algodón, convirtiéndose de pronto en el negocio más llamativo; para 1863 se exportó algodón por primera vez y ya se tenían cálculos de la cantidad de hectáreas que se sembrarían en 1864.
En un inicio por falta de la maquinaria adecuada, el algodón debía enviarse a Nicaragua para procesarlo, pero no fue por mucho tiempo, ya que empresas inglesas introdujeron todos los instrumentos necesarios para procesar el algodón en el país antes de exportarlo, creciendo de esta manera el interés por cultivar la fibra.
La producción algodonera comenzó a descender en 1866, pero a pesar de eso seguía cultivándose en 1868. Al disminuir los precios, El Salvador no pudo competir con otros países a causa del costo que implicaba limpiar, embalar y exportar el algodón. Conjuntamente, el entorno ecológico de la zona costera salvadoreña dificultaba el cultivo, pues al sembrar algodón en grandes extensiones, cuantiosas plagas perjudicaban las plantas; además del impacto negativo de la guerra civil estadounidense.
Hubo que esperar que se crearan insecticidas efectivos hasta el siglo XX para retomar el cultivo del algodón en gran escala, y aunque las exportaciones de algodón compensaron algunas de las pérdidas del mercado añilero, estas no volvieron a sus niveles de pre-guerra sino hasta 1867. La bonanza del algodón duró corto tiempo, pero permitió vislumbrar los cambios que sufrió la economía salvadoreña a mediados del siglo XIX.

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